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viernes, 11 de septiembre de 2015

The Libertines - Anthems for Doomed Youth

La verdad que The Libertines es una banda que nunca me gustó mucho. Pero si rescato la violencia y crudeza que tenían. El cliche rockstar de Pete Doherty y sus locuras de drogado o borracho siempre fueron boludeces y ahora, en esta era de buena onda verde y ecología, ya no es copado el rockero fisura.
Acaban de lanzar su tercer disco después de un parate de 11 años donde sus dos miembros principales, Carl Barat y Pete Doherty, formaron otras bandas con bastante éxito; Dirty Pretty Things y Babyshambles respectivamente. Debo decir que en lo personal, me gusta más lo de Barat.
Pero bueno, ya sea por dinero o por gusto, siempre es bueno que una vieja banda, que marcó una época, vuelva. Por lo menos para ver cuanto era verdad y cuanto eran ansias de juventud.


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El disco empieza algo surf, uno piensa que han cambiado el estilo, pero no. Ya el estribillo tiene el clásico beat de batería tipo twist y la forma pop 60s. Lo cierto es que sigue bastante el estilo general de The Libertines, pero con un sonido un poco más cuidado, no tan agresivo. De hecho el segundo tema y corte principal Gunga Din es demasiado balada. El tema que da nombre al disco Anthems for Doomed Youth está bueno y pareciera que busca justamente eso, ser un himno para esta juventud condenada, como si ellos mismos se quisieran posicionar en un lugar de banda mítica para los pibes de ahora. Eso lo hace la historia, uno no se puede poner ahí. You're my Waterloo, otro de los cortes, balada clásica de piano. Nada, no sorprende. Este tema marca la mitad del disco y aun no pasa mucho. Veremos que sucede con el bendito "lado B".
Belly of the Beast bien, buena onda, arriba, pero el estribillo... que onda? muy tirado de los pelos. No me estaría gustando el disco, pero al menos la segunda parte parecería levantar un poco. Sorprendentemente, o por ahí no, uno de los mejores temas es Iceman. Una balada acústica con la rusticidad propia de Pete Doherty, pero con un vuelo bastante psicodélico, piola. Como se veía venir, el disco no hace mas que levantar, por suerte. Heart of the Matter, con una onda algo Arctic Monkeys, promete ser el tema que la rompe en vivo. Sigan así muchachos que vamos bien. Lo que sigue son menos de tres minutos de rock power comprimido, casi que no hay lugar para el estribillo en Fury of Chonburi, bien, ya que esos estribillos muy cancioneros de estos pibes a veces cansan un poco, todos tienen una forma muy similar, pero en este caso lo cortan de cuajo, está bueno.
Para terminar la balada The Milkman's Horse está bien, pero es muy cliche, casi Coldplay, pero los pibes no se dejan ablandar; Glasgow Coma Scale Blues de los mejores del disco. Exactamente lo que uno esperaría de una banda de rock inglesa. Poder y una bajadita para entrar al estribillo, y el final no puede ser mas brit, tiene la union jack pegada este tema.
Cierra con un tema de esos justamente himno. No está mal, tiene un piano cinedramatico mudo que le da un lindo color al cierre. Y el tema en general esta bien, es eso, uno de esos himnos que nos vienen a proponer estos rockeros de alma.
En conclusion, es el extraño caso del disco que empieza como el orto y termina barbaro. En realidad, no es extraño el caso, ha pasado mucho, pero esperaba mas de estos pibes cuando empece a escuchar. Esperaba que me vuelen la peluca con baladas de rock al palo, pero bueno, todo eso que esperaba se va desarrollando con el correr del disco, no es una piña directa.
Si el lado A tuviese la onda del lado B seria un discazo, pero lamentablemente no es así, es medio discazo. Que va a ser...


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